jueves, 27 de enero de 2005

Caminaba despacio, comparando la plaza en plena euforia comercial navidena con la misma plaza en plena cuesta de enero.
Escandalizada por las etiquetas, las marcas, los precios. Un pantalon en el que se invierten cuatro centavos en materia prima y mano de obra se vende en ochenta dolares.

De todas las tiendas seriales la que mas desprecio es Banana Republic, su pretension, sus pisos negros pulidos, sus sueteres, que cuando estan en especial cuestan $78 USD ( no quiero pensar cuanto cuestan a precio normal), sus mexicanitos de clase media a la caza de abriguitos y sandalias.

Mientras Lou y Ninis se regocijaban en la Mac Store, entre a la Old Navy, dedicandole mas atencion a los pisos y al modo automata de saludarme que tenian los trabajadores que a las garritas. Estaba considerando probarme un vestido rosa cuando lo vi en la seccion barata. Rodeado por un monton de mujeres que metian las manos en un revoltijo de trapos, inmovil, apoyado en una mesa, de espaldas a mi, leia sordo, sin dar muestras de reconocer lo que pasaba alrededor, hundido en el libro, que segun la bolsa colgando de su brazo, acababa de comprar en Barnes and Noble.

Trate de verle la cara, por mas que busque el angulo solo pude ver mechas de pelo tras una pasta blanca.

Me dirigi al probador, desde 1986 no tenia un vestido rosa, al vermelo puesto entendi por que (rosa yo, como se me ocurre?).

Encontre unos juguetes para el Marques y la Cereza, al hacer la fila para pagarlos me encontre con Lector delante de mi, que seguia leyendo. La mujer que lo acompanaba (a la que nunca presto atencion) compro una chamarra que quise haber visto antes que ella.

Y por supuesto que tuve mi money shot. En ningun momento se distrajo del libro, el pelo le caia sobre los ojos rasgados, su piel brillaba un poco tostada.

Todavia me rio de mi ridicula obsesion por los lectores orientales a los que les gusta el mar.

sábado, 22 de enero de 2005

Los bomberos llegaron en cinco minutos, un poco más y la nueva minicasa arde junto con el taller de tapicería, la paella y todos los contenidos de la casa.

El Kiki se quitó los zapatos para que yo me los pusiera. Mi mama dejó de gritar al vernos acercarnos a su casa.

Al terminar de apagar el fuego vi a un bombero persignarse la cara negra de tizne. Quien sabe de donde sacaron tamales, comian, les ofreci agua. Queria abrazarlos, salvaron mi casa.

Una media hora mas tarde llegaron los invitados. En la madrugada tomamos el tour del incendio: televisión derretida, compresor de aire quemado, muebles, esponja antiflama, humedad, puro morbo.

Esta mañana encontré mi nombre escrito con los dedos sobre el tizne en dos de las puertas del local incendiado.

El tapicero descubrió que había olvidado adentro su celular, estaba deforme y chamuscado pero funcionaba.

jueves, 20 de enero de 2005

Todavía no me puedo acostumbrar al espejo, ya debería tener callo, pero no. El hecho de que se introduzca en mi cuerpo un instrumento de acrílico transparente, rígido, invasor, me hace sentir como un pavo de navidad que esta a punto de ser rellenado.

Espejo, especuloscopio, espéculo, scope. Forever, every year until I die.

Y me sé de memoria el procedimiento: ponerme la bata de papel, recostarme, poner los pies en el filo de la camilla, separar las rodillas, sentir el calor de la lámpara, los dedos con guantes que hurgan entre los pliegues y las redondeces, esperar a que se inserte el espéculo, sentir como me abre violentamente para permitir que se introduzca un cotonete largo y seco que habra de raspar mis paredes interiores. Unos segundos en los que me pongo las manos sobre la cabeza y trato de no hablar porque cada palabra se convierte en un gemido.



veintidos

miércoles, 19 de enero de 2005


Vista desde la ventana de la minisala.
Pues si, me encontraba en calzones acostada comodamente en mi cama, había olvidado que era mi cumple, estaba cansada.
Lou no aparecía y ya era tarde, se me hizo raro que no hubiera vuelto porque el shop había cerrado a las seis, no tenía ganas de salir, ni de bañarme, lo único que se me antojaba era dormir.

El jefe entró a la casa, que Lou me esperaba para llevarme a cenar. Qué malos son para ocultar una fiesta sorpresa, pensé.

Me bañé, al llegar al shop los carros que vi afuera confirmaron la sospecha. Luces apagadas, al pegar la cara en la puerta los vi a todos agachaditos, prendieron la luz cuando entré, gritaron, estuvo a punto de salir una lagrimita pero no, me aguante como las merititas machas.

Todos me abrazaron:
Amaranta, Jorge, Alex, Zaca, Bruno, Tere, Omar, Karla, Tambor, Babi, Kiki, Karla (vecina), Esteban, Victor, Paty, los jefes, Pancho, Ninis, Lou.

Me dieron regalitos, pastel, dejaron el refri lleno de cerveza (que por desgracia no puedo tomar).

So happy, so sober. Toda una treintona.
El Chente tiene un problema en el oido, su equilibrio no funciona muy bien, sufre de mareos, le desagradan las alturas y las bebidas alcohólicas. Hace tiempo, cuando era reportero tuvo que viajar en helicóptero, no le gustó la experiencia.

Anoche soñé que viajaba en helicóptero con él.
Horst Matthai abogaba por la revalorización del ethos latinoamericano, al que consideraba como verdadera ´reserva espiritual de la humanidad´, una alternativa para la evolucion de la humanidad ante la decadencia de los occidentales. Un valor que nuestros grandes tratadistas de ética no han sabido elogiar. Los anglosajones, insensatos, dicen que el mexicano no progresa porque es muy flojo, porque no desperdicia su vida como ellos. Los nuevos discursos empresariales quieren hacer del mexicano un trabajador japonés o anglosajón, pero que siga igual de pobre. Trabajar como japonés para vivir como chilango.

La cita que paso por un par de manos hasta llegar aqui, el autor es uno al que hace mucho que no veo.
La carrilla del Toño:

Cuídese y no se agüite por sus 30 años, está bien que
los años envejecen a las mujeres mientras a los
hombres nos hacen más interesantes, pero usted no se
preocupe. También hay más sabiduría...

jueves, 13 de enero de 2005

Un buen augurio: habitacion 108 (I like number 8). Asiento 18 (en realidad era H3).
En tres dias llego a los 30.

Entre los malos augurios del viaje se cuentan: la casi perdida del vuelo por el cambio de puerta no anunciado, el hospedarme en un hotel frente a una funeraria, el que me asignaran el cuarto trece (y que yo no protestara), el haber encontrado una tienda de ataudes en el que se exhibian pequenas cajas blancas decoradas con acero para guardar bebes muertos, el hospedarme en otro hotel que estaba muy cercano a un hospital de emergencias.

He visto crecer mis ojeras gradualmente. Seguro que no es nada. Una punzada en el lado izquierdo de la boca del estomago, Miedo a dormirme. Sabor de sangre que sube a mi garganta cuando estoy acostada. Son mis nervios. Atrapo el sabor como quien atrapa una flema, corro al bano, escupo: saliva transparente con rastros nitidos de sangre.

Seran mis nervios?

Sera la crisis del cumple?

Sera gastritis?

Una ulcera?

Una enfermedad sicosomatica (o como les dicen)?

Recordar qe mi tio Benito recibio siete pintas de sangre debido a la que perdio por una ulcera en el esofago.

Es lo que me tiene despierta.

miércoles, 12 de enero de 2005

El puerto se siente tal y como lo esperaba, calido. I have not had the time to miss anything, the company maybe, but that´s all.