Hay un momento justo antes de la caída cuando se coquetea con el vacío, uno de los pies se despega del suelo firme y vuela mientras que el otro sigue tocando el territorio conocido. Es el intervalo entre el miedo, el pensamiento y la acción, un momento en el que no se siente nada.
Hay Uno que prefiere no viajar en avión porque dice que volar es lo más cercano a estar muerto, con una lógica retorcida explica que para estar vivo es necesario estar en contacto con la tierra. Hay muchas maneras de volar, pensémos en el salto de los suicidas: soga (cable, agujetas, bufanda) al cuello, cálculos; estatura, altura de la viga (cortinero del baño, reja), impulso. Instinto; temblor, remordimiento, decisión. Dos pies en vuelo, uno detrás del otro, que algunas veces quedan acariciando el suelo.
No. No se preocupe usted, que no todos los saltos son tan definitivos, aunque sí.
Me escriben preguntando qué pasa, me exigen un poco de ironía y de felicidad. Es difícil de explicar. Aquí, en esta región, vivimos de las visitas, no estoy exenta de ello, bien lo sabe usted. En este lugar no se cultiva nada, ni se fabrica absolutamente nada, a veces se pesca, pero ahora ni siquiera eso. Digamos que nuestra economía es ficticia, superestructural, imaginaria, ofrecemos la playa y la tranquilidad del mexican sleepy town y por debajito del agua le sacamos lo del hotel, lo de los tacos, lo de las cervezas, lo de los recuerditos, etc. En Tijuana se produce un poco más que aqui, sin embargo la economía de maquiladora lo único que deja son impuestos, mordidas y trabajos mal pagados, no es necesario explicar que la industria tijuanense tiene como base a su frontera y a la inagotable mano de obra barata que nace y llega y se reproduce todos los días. En suma el que se hace rico es otro, siempre.
Se puede vivir en una inconsciencia que puede acercarse a la felicidad cuando se confía en que el dinero aparece mágicamente en la cuenta del banco cada semana o cada quince días, o cuando nuestra vida y proyectos dependen de un inversionista del que somos los consentidos, sin embargo, cuando elegimos vivir de otra manera y nosotros mismos somos la empresa y el banco y el empleado y el prestamista y el inversionista y el empleador, nuestra absoluta libertad viene con precio.
Rápidamente he visto como los negocios cierran, veo a mis vecinos desocupar sus locales, veo que los pagos de las rentas empiezan a atrasarse, que las cajas registradoras se quedan silenciosas, que los ojos caen por las esquinas, que los empleados pierden sus trabajos y los dueños de los negocios se autoemplean nuevamente, veo como al caer la noche las calles lucen vacías, los meseros en los bares comparten un cigarro en la banqueta temblando de frío, los empleados de los pocos negocios que esperan clientes nocturnos se quedan sentados bajo la luz de tungsteno que los hace ver aún más aburridos y demacrados, así pasa con mi negocio las noches de sábado (el resto de la semana lo cierro temprano, la depresión en casa calientita duele menos)
Encuentro al Otis en la Sanborn's de la calle Ocho, me dice que hay que buscar alternativas, enfocarnos en el turismo nacional o el europeo. Sonrío. ¿Cómo le hago para que venga por aquí alguna familia madrileña o una parejita de alemanes? ¿Qué les ofrezco? ¿Cómo le hago para que un chilango elija venir a fumarse un puro en la salita del shop en lugar de fumárselo en Acapulco o en Cancún? No. Este pueblo existe solo por una razón: la cercanía de la frontera con Estados Unidos. Los que visitan vienen del pais de la feareedom por una probadita de libertad. Sin embargo su cultura, su gobierno se empeña en encerrarlos en una isla ideológica, en una economía egoísta, en una falta de movimiento que no impulsa el intercambio de nada, ni de ideas, ni de bienes, ni siquiera de fluidos corporales.
Los únicos negocios que van a la alza son el narcotráfico, la guerra, la cirugía plástica, la medicina, la política, el periodismo, la venta de armas, la venta de parafernalia blindada, la hechicería, el new age, el entretenimiento, el marketing, las telecomunicaciones. Los que nos dedicamos al comercio en pequeño estamos varados. Es curioso, porque pienso en el dinero, que ya sabemos es un contrato, una creencia, sin duda, pero estos últimos días me he encontrado cada vez más con operaciones de intercambio que no lo incluyen. En un crucero ví a un voceador intercambiándo con el repartidor de las sabritas un periódico por una bolsa de papitas. Mi vecino de tiendita pide que le pague las sodas y la botellita de agua con una cajetilla de cigarros en una operación que anula a la plusvalía, a los impuestos, al gobierno.
Estos días he estado pensando constantemente en la fragilidad de la economía, en el origen de los impuestos y su función actual, el surgimiento y la ubicuidad del derecho de piso que los narcotraficantes cobran a los empresarios exitosos ( y a otros narcotraficantes) para que tengan la seguridad de que no serán secuestrados (ellos o sus familias), de que podrán trabajar sin preocuparse.
En el camino a casa encuentro a una vieja esperando el taxi, le ofrezco llevarla, hablamos. Trabaja limpiando casas en un campo turístico, me cuenta de los trescientos soldados que lo protegen, no tiene trabajo, no hay turismo ni camas que tender, me dice que si no fuera porque renta una parte de su propia casa a una pareja, no tendría para comer. Suena exagerado, pero le creo.
Sé tantas pendejadas a medias, tantas cositas que no sirven de nada, ni siquiera de tema de conversación frente a un taxista, recuerdo por ejemplo la teoría que dice que el Estado tiene el monopolio de la violencia, pero cualquier sinaloense con aspiraciones puede ir a Arizona a comprarse un rifle Barrett de .50 milimetros con mira telescópica, bueno, cualquiera con $10,000 dólares, y una vez en México puede vender ese mismo rifle en $30,000, no, si le digo, estoy en el negocio equivocado.
Arizona es el lugar que surte de armas a la frontera mexicana, tienen menos requisitos y más surtido que California, además su frontera con Sonora es mucho más relajada que la nuestra.
Y me da risa cuando alguien me pregunta que para cuando publico algo, me da risa cuando llevo mi curriculum a una escuela, me carcajeo cuando veo mi curriculum. Al final voy a terminar limpiando casas en San Diego y si tengo suerte friendo papas en un mcdonalds.
Es por eso que le hablo de saltos, porque estamos en uno. Los lugares comunes retoman el sentido, somos ratas abandonando el barco, yo soy de las pocas que todavía no se tira.
La Revolución en tiempos tristes
Decidí hacer un recorrido periodístico y sobrio por la Revo en tiempos del blindaje, el miedo y la recesión. Lo que encontré fue un cadáver de ocho cuadras donde la música suena para hacer bailar a las moscas.
(...)
“Aquí está muerto, aquí nomás vengo a pasar frío, porque la noche se me va así como empecé, sin nada, llevo años viniendo aquí a trabajar y por mi madre que nunca antes había estado tan muerto”, afirma Gloria Lucio, quien vende chicles y cigarros afuera de los antros.
“La gente ya no quiere salir, no quiere venir, allá en el otro lado tienen miedo, se imaginan que aquí va a ser peor que Irak”,afirma Genaro Ruiz, quien tiene un carrito de hot dogs en la calle séptima.
Pase a ver el blog de Daniel Salinas, lea los últimos dos posts, verá de lo que le hablo (link aquí a la derecha o vaya a http://cunadeporqueria.blogspot.com)