sábado, 31 de julio de 2010

Where does the time go? 


That was the subject of a short letter that talked about many topics, like half finished houses, turf wars, brothers who are drinking themselves to death, but the most important topic in that letter was the enigmatic nature of the title.


Time never goes, it stays, it doesn't move or change. Memory, on the other hand is what makes time exist. Logic, maybe, cause and effect, perhaps are instruments on the way we devour time (or it devours us). 


(I know, I know it's a very evident mythological reference)


Where is time going now?


Where is the time that I've lost?


Where is the time that I gave away?


Where is the time that I've sold?


Where is the time that was stolen from me?


What happened to the time that has been taken from me by authorities, lines, waits, careless friends, lost items, uncomfortable silences, pointless meetings, doctors, insomnia.


The irony in this sentence:


Thank you for your time.


When someone says that to me I can't help but feel that I've been taken advantage of.




No es cierto.

jueves, 29 de julio de 2010

I fell in love with a word today.


C a r d u m e n
Hoy es el penúltimo día de las vacaciones.

¿Conoce usted la tristeza que viene cuando se tiene la certeza de que se han perdido los recuerdos?

En esos casos quedan como consuelo las historias (que son como recuerdos del recuerdo).

Antier me hicieron una entrevista, la experiencia fue perturbadora. Hablé sola durante una hora o más en un estudio a oscuras, frente a cámara y luces. No iba preparada para eso, me imaginaba algo mucho más sencillo; cinco, seis preguntas simples, preguntas que apelaran al recuerdo del recuerdo. Pero no, fue otra cosa. Fue una experiencia tan extraña que ayer desperté casi con cruda, volviendo a momentos, años, inexactitudes, desorganización de las ideas, del discurso, repeticiones, dudas. Pero ya qué, it's all on tape.

Los recuerdos. La memoria.

Creo que el recuerdo más necio, el que parece nunca querer irse y que cuando vuelve es tan vívido como el momento mismo en que llegó es el de la vergüenza.

(es la primera vez en mi vida que uso la palabra vívido)

martes, 27 de julio de 2010

Si todavía no ha visto "Capitalism, a love story" de Michael Moore, búsquela, véala. No se asuste si le parece populista, tiene sus destellos y también sus tristes carcajadas.


lunes, 26 de julio de 2010

La verdad es que me distraje al ver las fotos que Annie Leibovitz hizo a Kaká y Ronaldo (hay una muy suave donde a su mamá se le cae la baba viendo las proezas del hijo) y no leí ni quién había escrito el artículo, no sé, me imaginé que se trataba de los endorsments o de las sesiones de fotos, pero hoy, mientras buscaba mi dosis de A. A. Gill en línea, me encontré con el artículo, pero como en línea no es igual, me fui a buscar el ejemplar en el revistero de la sala y a ser completamente feliz leyendo.

(aunque ya es muy tarde para futboles, copas mundiales y aunque ya sabe usted que a mí el fut me da casi-casi lo mismo; A. A. Gill rifa, aunque escriba lo que sea.)

Sea usted tan feliz como yo dando un click aquí abajito:

Playing for the World: A. A. Gill on Football Culture: vanityfair.com

(Muchachos: los de afuera son de palo, que comience la función.)
No me acuerdo de cómo iba la cosa, pero creo que me fui a Hermosillo unos días, luego se me acabó el semestre, luego era terminar todos los pendientes (que eran un chingo), semestrales, extraordinarios, sábanas, a la vez llegó una entrevista de trabajo, luego el editor me adelantó una semana el deadline de un texto, luego fue escribir, escribir, escribir, luego me llegó un email donde me decían que me habían dado el trabajo, luego siguió un curso que no pude terminar porque se llegó la fecha del viaje a D.F. y Chiapas. Todo eso intercalado con la vida familiar, el proyecto de las morras, mi pequeño taller literario en Rosarito y no sé qué otras cosas más. No puedo recordar si fueron meses o semanas cuando pasó todo eso, pero no hubo descanso. Al volver de Chiapas dormí dos días enteros, hasta que un lunes inicié con el nuevo trabajo. Por fortuna, después de una semana vinieron las vacaciones, pero luego de toda la actividad, me llegó una suerte de angustia por no hacer nada.

Hoy, en pijamas de Homer, Maggie y Bart, con la cama deshecha, con lentes, sin haberme visto en el espejo, despues de pintar el marco de la ventana en la cocina este julio tan extraño sin sol, me siento extrañamente tranquila.

sábado, 24 de julio de 2010

Love Machine, de Zack Canepari.

Fotos de una fábrica de muñecas.




El amor es caro.


viernes, 23 de julio de 2010

Por Leila Macor (de su libro Nosotros, los impostores). Montevideo: Sudamericana, 2010 

Siempre que pongo un punto y coma sonrío. Me acuerdo de un amigo de mi hermano, a quien yo amaba como loca en mi adolescencia, que dijo una vez que un verdadero escritor se reconoce porque sabe usar el punto y coma. Por supuesto comencé a usar frenéticamente el punto y coma, aunque él nunca se dio cuenta de mi pericia puntuadora. Luego, en el colegio, escribía parodias de los poemas que estudiábamos en la clase de Literatura y las pegaba en la cartelera del salón, sólo para ver reír al chico del fondo que me gustaba y que no me hacía el menor caso, excepto cuando leía aquellas burlas gracias a las cuales yo existía un poquito para él. Me enamoré después de un hippie. En consecuencia, un ejército de gnomos, hadas y plagiados cronopios tomó por asalto mis cuadernos, que por fortuna hice desaparecer de la faz de la Tierra. Mi primer novio leía a Nietzsche: en aquel tiempo escribí herméticamente versos oscuros sobre simbólicas tarántulas que hoy día no consigo entender (y creo que en aquel momento tampoco). 

El siguiente fue un poeta para quien el punto y coma era tan feo e inelegante como una factura de la luz, los dos puntos un recurso vulgar destinado a un recetario de cocina y los paréntesis una trampa que esconde la incapacidad expresiva del escritor. Así que punto y coma, dos puntos y paréntesis quedaron proscritos de mi escritura durante un par de años. Sólo después de mucho esfuerzo los logré reincorporar. Algunos de los hombres que me gustaron no eran lectores y simplifiqué mis textos; otros eran intelectuales y entonces los academicé, llenándolos de citas de Heidegger y Schopenhauer que tomaba prestadas de mi agenda. Una vez me enamoré de uno que amaba las oraciones cortas y las sentencias desadjetivadas; poco después me enamoré de otro que prefería el barroquismo y las descripciones delirantes: salté de Carver a Carpentier como quien cruza la calle. Después tuve un novio fanático de Rimbaud y de Baudelaire y yo me puse por tanto agresiva y negativa. 

Luego vino un chico que odiaba el «sándwich literario», que es cuando se coloca un sustantivo entre dos adjetivos (por ejemplo, la «enigmática casa antigua»). Ergo, me volví implacable con los adjetivos, cacé sándwiches y acabé con todos ellos. El siguiente se la tenía jurada a los adverbios. Decía que son un bastón para apoyar a un verbo que no tiene suficiente fuerza. Saqué adverbios y usé sólo verbos autoválidos. Y otro abogaba por la eliminación de la palabra «como». La luna es un queso, no como un queso. El «como» ensucia la metáfora, decía, porque la transforma en una anodina comparación. Busqué entonces todos los «como» de mis archivos con Find and Replace y los borré de un manotón en el teclado. Luego mi ex esposo se reveló como un gran admirador de Kundera y elogió las metáforas que «caen como un rayo iluminador sobre una escena». Intenté por ende, y durante años, imitar el rayo iluminador de Kundera. Pero ninguno de ellos se enteró jamás, lógicamente, de todo esto que se cocía entre la palabra y yo. 

Desde que puedo recordar, la escritura ha sido mi forma más inadvertida, menos eficaz y peor orientada de coquetear. 

jueves, 22 de julio de 2010



Sleep Dealer.

(Traficantes de sueños)

ojalá que se le antoje verla. Le dejo estos links por si no la encuentra:

Primera parte.

Segunda Parte.
Ver Maquilápolis me llevó a ver este otro documental:




(si va al youtube, encontrará usted las partes 2 y 3)

miércoles, 21 de julio de 2010

Me dijeron un cumplido rete lindo:


You are a great beard.


Más tarde yo le dije uno bastante fabuloso:


Eres mi liquid paper.



Como le decía ayer, la migra me hizo "dejar voluntariamente sin ningun perjuicio migratorio" mi visa de turista. Por eso hoy me fui a celebrar con mi gran amigo texano, el J.P.  Hicimos un recorrido por Ensenada, el Valle de Guadalupe, la Misión, Alisitos. Cuando estábamos en un restaurante a la orilla del mar donde podíamos escuchar las olas erosionando la roca mientras bebíamos  cerveza en copa de vino, dije: para qué quiero la visa cuando tengo todo esto.





La noche en que nos acabamos la masa de la señora que hacía quesadillas.







(punch buggie blue!)






De visita con Charlynne en San Cristóbal (bar de Carlo, casa y bocho de ambos, y de compras en el mercadito).


martes, 20 de julio de 2010

Podría hablar de su peso, de su raza, de su actitud, podría generalizar y decir que todos los agentes de migración son pendejos con poder (podría decir casi lo mismo de los policías y sus mutaciones), pero creo que eso me haría xenofóbica y discriminadora, entonces, hablaré de sus uñas. Eran rosa fucsia nacarado, largas, probablemente acrílicas.  Yo no soy una autoridad en uñas, pero puedo decir con toda certeza que nada bueno puede salir de alguien con tan mal gusto.

También puedo decir que son bestias, incapaces de dar un trato humano y digno, pero mentiría porque de algunos de ellos he recibido sonrisas, he hablado brévemente de conciertos, de libros, hasta hubo un  migra que me cantó  y me hizo olvidar que tenía dos horas esperando en la fila. Pero no siempre se tiene la misma suerte. 

Hoy un agente me ladró, fui amenazada con ser deportada (how can you deport me if I don't live here?), con ser encarcelada, dos agentes me gritaban a la vez al tiempo que intentaban sujetarme las manos para tomar mis huellas. Yo lo único que quería era un traductor pero no me escuchaban, ni siquera ellos mismos podían entenderse entre la violencia de sus propios gritos.

No me enojé, no me entristecí, pero me cambió el sabor de la boca. Fue una experiencia sorpresiva, inesperada, angustiante. Sentí lo pequeña que soy frente a una organización así y me mantuve calmada, observé todas las manos, no permití que me tocaran y tomé la pluma, escribí con lentitud la fecha de hoy, luego dije con voz tranquila que me estaban obligando a firmar algo que no era cierto (un documento que decía que había leído otro documento en español, mismo que había leído, pero en inglés).  Por fin me trajeron un agente que tradujo y explicó el documento.  Firmé, entregué mi visa y me fui por la puerta donde envían a los deportados. El agente me acompañó, me repitió no sé cuantas veces que era "literate", "intelligent", que sabía  inglés, que estaba casada con un ciudadano estadounidense,  que no tendría problema con el proceso migratorio que estoy siguiendo, que no me preocupara, que la ley decía que debía entregar mi visa de turista hasta que mi proceso migratorio fuera aprobado, que era sólo cuestión de tiempo. La pregunta que me quedó fue que si soy todo eso que me dijo ¿por qué fui tratada así?  cuando de antemano comprobé que vivo y trabajo en México. Otra pregunta que me surgió fue: ¿cómo tratan a los que no hablan inglés y no cuestionan sus procedimientos ¿será que esos son los que acaban muertos?

Después de todo eso caminé de regreso a Tijuana,  mostré los documentos a los agentes de migración que estaban en la entrada, uno de ellos me dijo nuevamente: "you'll get your new visa, its just a matter of time", le respondí un "I hope..." mirándolo a los ojos, pensando en la cantidad de veces que he visto pasar personas encadenadas por el mismo camino que estaba recorriendo. Una vez que crucé al lado mexicano, pensé en tomar un taxi para llegar a las casas de Omar y de JP, pero recordé la tranquilidad que se siente al caminar, después de pasar por una situación así.






Creo que a veces unos cuantos ramazos de albahaca son necesarios.

lunes, 19 de julio de 2010

Afuera del mercado las tzotziles vendían frutas, semillas de calabaza moliditas, telas, albahaca, al ver la  ramita fresca se me antojó un pesto. Más tarde cuando compraba quesos en un local del mercado, la señora se persigno la venta con unos ramazos violentos sobre el cuerpo y la mercancía. Nada como el olor del queso mezclado con el de la albahaca fresca navegando el aire. Hice la pregunta:

--¿Eso es para la buena suerte?
--Sí, es para que se venda, más, mucho--al tiempo resonó una serie de latigazos perfumados en los quesos que casi me alcanzaron la cara.

El aroma me trajo uno de esos pensamientos involuntarios que no son imágenes ni palabras, que nomás se aparecen inexplicablemente, pero si lo verbalizo quedaría más o menos así: si hubiera sabido que los ramazos de albahaca son buenas herramientas para hacer crecer los negocios, la tabaquería seguría abierta.

Al volver le platiqué a un amigo el episodio de los quesos y me dijo:

--cada quién se perfuma a su modo.

***

¿Nunca le ha pasado que se encuentra con alguien que irradia odios, rencores, que hace todo lo posible por que las cosas le salgan mal al resto de la gente?

Hoy me encontré con alguien así.

La desagradable sensación que me quedó cuando se alejó me hizo pensar que no es mala idea buscarme un perfume de albahaca (o tener cerca un bar donde sirvan buenos silverados).

domingo, 18 de julio de 2010




En escalerita: Ninis, Micha y Gosha dominguenado en Coyoacán.



Ari e Ivonne el día en que perdió México.







Coleman, Ninis, Amy, Valerie, Una y Humberto en Chapultepec.
(observe usted la extrema izquierda; hay un helicóptero o una libélula gigante)



Don Humberto Peña Cano en su faceta de guía turístico.


La super feliz Señora Cynthia Hooper en Xochimilco.






El camión al volver de Teotihuacán.


San Cristóbal nos dio la bienvenida con tormenta en viaje a caballo, fue necesario comprar ropa seca al llegar a San Juan Chamula.
Gary Shteyngart dice hoy:


Silence is so over. 
Silence has been destroyed, but also the idea that it’s important to learn how another person thinks, to enter the mind of another person. The whole idea of empathy is gone. We are now part of this giant machine where every second we have to take out a device and contribute our thoughts and opinions.


http://www.nytimes.com/2010/07/18/magazine/18fob-q4-t.html



Michi y compitas en la Colonia Roma.













Secuencia con la Gosha en la Condesa una noche de lluvia chilanga y al final mi cara más matona.

sábado, 17 de julio de 2010

Las preguntas de gente seria.

(algo era de porqué es sorprendente que las reclusas de la cárcel de menores en Hermo saluden de beso, algo más era del SD Reader y cosas de la gente de Rosarito)

Aquí

jueves, 15 de julio de 2010

  • rete cansada.
  • se siente re bonito cuando alguien que vive en otro continente (y cuyo tiempo es al menos nueve horas más viejo) se acuerda de una y levanta el teléfono pa hacer preguntas  de entrevista en publicación inexistente.
  • se siente re bonito hacer un team binomio de edición-corrección-intercambio y el trabajo siempre va de ida y de vuelta, pero lo mejor de todo es el precio: el corregido en turno paga con cena al corrector. el único tipo de cambio es el antojo.
  • da mucha risa ver pasar al róber por la oficina diciéndonos: "aquí es el palacio de las vírgenes".
  • se siente re bonito que las amigas pidan date para "guaguarear".
  • da ternura tener date en casa con ex-alumnas que les dicen a sus madres que van a cenar con la ex-profe y la madre dice "qué bien, te voy a hacer un flan para que lleves postre".
  • se siente requetebonito que los alumnos se tomen un momento para escribir en un email sus quejas y reniegos mientras andan de vacaciones y cómo fue que se acordaron de una mientras suben las mismas piedras que una subía hace un par de semanas.

  • se siente bonito tener la certeza de que el insomnio se fue mucho a la chingada.
Espero que haya tiempo y ganas.

Ahora un momento:

Estábamos en Yaxchilán, volvíamos de visitar las ruinas, de haber entrado a una pirámide llena de murciélagos, alacranes y arañas gigantes, de que los changos en los árboles trataran de orinar encima de nosotros. En nuestra lancha-canoa (así la llaman los choles porque es un híbrido, es una canoa con motor) viajaba un par de españoles; Ana, que se hizo muy amiga de Ninis y su novio, que iba delante de mí al volver de las ruinas. Caminábamos en fila india por un sendero de selva, los mosquitos atacaron. Encima de todo yo iba en vestido, pero por fortuna unos minutos antes me había puesto un poco de repelente. Se me hizo casí cómico ver a un español siendo devorado por un enjambre de zancudos en un lugar tan alejado de su tierra y tan metido en la selva, en pleno 2010. No pude resistirme, le dije:

--Y qué,  andando por aquí ¿te sientes como todo un conquistador?

Hubo una pausa de sorpresa, risa y de que el español se tomó un momento para aplastar unos cuantos mosquitos que atacaban su cuello, luego me dijo?

--Esos tíos estaban hechos de otra pasta.

martes, 13 de julio de 2010

Yo soy muy mala para los títulos pero el Róber no, hoy asomó la cara por la puerta de mi nueva oficina (¿no le parece raro? tengo una oficina, una computadora, un escritorio, una de esas sillitas que giran, un par de sillas para visitantes, un librero y algunos tiliches más) y me dijo:

--Heroína, o apología de las canicas.

Luego salió corriendo, dejándome con una sonrisota medio confundida.

domingo, 11 de julio de 2010

La verdad es que tengo miedo revisar la tarjeta de memoria.


No quiero que se vaya el vértigo de las imágenes, los colores. Mis pijamas todavía huelen a Chiapas. pego la nariz a mis piernas, es chocolate, maíz tatemado, leña ardiendo, lodo de lluvia, agua, café tostado.

Mi maleta era un bloque, llena de quesos, mole, chocolate, un poco de café, achiote, duré mucho tiempo empacando, hace falta voluntad y paciencia para hacer rollito cada pieza de ropa y jugar al tetris con todas las cositas que debía guardar en ella. La maleta de Ninis habpia sido empacada con la misma maestría. Una vez que entregué identificaciones y que todas las maletas fueron documentadas, pedí a los de la aerolínea que les pusieran cierres. No confío en los maleteros de ningún aeropuerto, la verdad. Pasamos a la sala de espera, después de los interminables filtros de seguridad del aeropuerto, apenas me había sentado y esttaba por decidir si leería, platicaría o intentaría dormirme cuando los altavoces llamaron:

--Pasajero Lorena Mancilla Corona, pase al mostrador de Mexicana.

Repitieron el mensaje varias veces, pensé: eso no puede ser nada bueno. Pregunté a los de seguridad si debía irme con todas mis cosas, si debía llevar a mi hija o qué y me dijeron que sí, pensé: Madres, no me llevo ni madres, voy sola. Saqué mi cartera de la bolsa y dejé a Ninis con Cynthia, su hermana y los niños, me fui algo preocupada. La hermana de Cynthia estaba segura que me iban a cobrar exceso de equipaje por lo pesado de mi maleta, pero la verdad es que era un bloque pequeño y compacto, ni siquera rebasaba la cantidad de kilos permitidos por la aerolínea.

Al llegar al mostrador, mi maletita azul estaba tendida sobre una mesa, cerrada, todavía con los sellos que pedí que le pusieran los maleteros, al lado de ella estaba un soldado, y al frente un empleado de la aduana. Pensé que aquello no podía ser nada bueno, intenté disimular mi nerviosismo con una sonrisa. El empleado de la aduana me explicó que habían detectado algo extraño en mi maleta y era necesario revisarla, me habían llamado para atestiguar la revisión, en lo primero que pensé fue en el queso, pregunté si podía pasarlo y me vieron con cara de que estaba loca, ni siquera respondieron a mi pregunta.  Después les dije que era un bloque a presión, que debían acercarme la maleta para que yo ayudara a empacarla y desempacarla. El empleado de la aduana me hizo caso. Soldado, maleta, y aduanero se acercaron a mí. El aduanero se puso unos guantes de látex, eso me hizo pensar que todo era mucho más serio de lo que yo me imaginaba,  con unas tijeras cortó el sello de la aerolínea y trató de correr el cierre, fue dificil, meti las manos y lo ayudé, el soldado me miraba desconfiado, me alejé de la maleta y permanecí quieta. el aduanero empezó a sacar pequeñas bolsas de plástico. --Es mole-le dije-. Después el soldado le indicó al aduanero.

--Revisa de este lado ahí es donde se veían las bolitas.

El aduanero me preguntó si traía algo que pareciaran bolitas o esferitas, me pareció extraña la pregunta, le dije que no lo recordaba. Luego el aduanero me preguntó a donde viajaba, le dije que a Tijiuana, después de que lo dije, hubo uno de esos silencios que casi siempre anteceden a las tragedias. Al fin el aduanero metió la mano entre mis brasieres  y sacó un paquete, lo descubrío creando la espectativa del soldado, y casi inmediatamente su decepción; se trataba de una bolsa de canicas que la Ninis había comprado en la mañana. Hubo risas. Después de eso empecé a sacar los paquetes de café, mole, traía hasta tortillas. Les dije,

--Yo sé que los de Tijuana tenemos muy mala fama, pero no traigo nada ilegal y ahora no sé como le vamos a hacer pero usted me va a ayudar a empacar de nuevo.

El soldado le dio una última instrucción al aduanero:

--Pásale la aspiradora.

De nuevo pensé: esto no puede traerme nada bueno. El aduanero trajó un aparato al que le introdujo un filtro blanco, era una aspiradora de mano, la acitivaron para que absorbiera cada polvito que volara entre mis vestidos, la tierra de las pirámides, el sudor del caballo que había montado, las plumas que me encontré en Yaxchilán. Luego quitaron el filtro y le hicieron un análisis clínico instantáneo. Me dijéron que todo estaba bien, que sólo me habían detenido porque las canicas parecían otra cosa.

Tal y como se lo había advertido, el aduanero tuvo que ayudarme a rehacer la maleta. A mi vuelta hice un anuncio un poco melodramático a las mujeres y los niños.

--It was nothing, just that Ninis marbles look like heroin in the scanner.
--Good, I thought they were gonna charge you extra because the suitcase was too heavy, but it makes sense, after all; we are in the border with Guatemala.
--And I'm going to Tijuana, I guess it does make sense.

La abuela de Ninis, la madre de Ninis (con la bolsa de chicharrón que olvidó en el taxi de un chilango salvadoreño) y la mismísima Ninis.
Nuestra primera última cena en San Cristóbal fue desayuno. Hubo muchas confusiones acerca de la hora en que saldría el vuelo (y poco faltó para que me dieran treinta años de cárcel por estar bajo sospecha de traficar heroína o algo peor, pero todo fue un malentendido, ya le contaré cómo estuvo la cosa), pero el último día nos levantamos bien temprano, dejamos maletas listas y nos fuimos a buscar el mercado, después de caminar entre cremerías y carnicerías, de ver a los niños de siete años cargando costillares de res en la cabeza, de comprar rambutanes de la caja de un pick-up y montoncitos de tunas de las manos de indias tzotziles con blusas moradas, encontramos un lugarcito donde dos muchachitas ofrecían garnachas, empanadas, agua de tamarindo. No supe cómo ordenar, pedí tres empanaditas para probar, la chica me vio raro, me dijo que eran tres empanadas por cinco pesos, me dio pena y pedí tres órdenes, las frió ante nosotras en unn cazo de manteca bien caliente, luego las baño en salsita de frijol negro, las cubrió con una conserva de zanahoria y betabel rallados, luego puso un toque de col, estaban rellenas de papa con carne.

Era todo muy mágico: el techo alto del mercado, los indios de chuj peludo y falda de borrego sosteniendo gallinas vivas de las patas, ofreciéndolas a la venta, los pedazos de carne medio gris conservada en sal, la música cristiana en tzotzil retumbando en las bocinas, la chica de las empanadas y sus manos cubiertas de masa. Le pedimos que nos tomara una foto y se aterrorizó, empezó a llamar gente, que ella no sabía, que la cámara era dificil, que alguien más lo hiciera, que ella no. Al final la persuadimos y este fue el resultado:


sábado, 10 de julio de 2010

Absolutamente destruida. Se me caen las cosas, quiebro cafeteras, escribo cartas incoherentes a prisioneros de cárceles neoyorkinas, abrazo futbolistas, veo a los niños bailar y hago caras estúpidas cuando alguien grita "foto". Quiero contarle de todo, hacer una de esas croniquitas que nadie lee, pero que se sienten tan bonito, sin embargo, debo decirle que soy un trapo hambriento, pero a pesar de eso, no hay cansancio que doblegue un espíritu con hambre de carne asada. Plática con el tío, la tía, la madre, mesa de seis porque el chisme se pone mejor cuando uno se hace bolas y bueno.  Si usted sabe de cansancios sabrá de qué le hablo.


--Look at that mean cloud, it looks evil, it wants to rain on us.

(Ninis tiene un humor negro delicioso:)

"La comida no me gusta, tiene mucha grasa, está muy picante, mi pancita necesita un hot dog"...  ay mamá, estas personas son muy nenas.


(Cynthia y sus  analogías, que no andan tan perdidas:)

Today was like walking inside an issue of National Geographic Magazine.


(volví esta madrugada; estoy herida, picoteada, adolorida. Es muy probable que tenga malaria, dengue y una inmensa variedad de enfermedades tropicales desconocidas. ¿Pero qué le puedo decir? ya sabe usted que ir de viaje es lo que más disfruto en la vida)







miércoles, 7 de julio de 2010

Amo esta otra frontera.

Vengo de vuelta de navegar en lancha-canoa por el Río Usumacinta, de platicar con choles y tzotziles, de escuchar jazz con marimba, de ver monos aulladores en los árboles (y también a una banda que tiene el mismo nombre), de entrar a una pirámide llena de murciélagos y arañas temibles.

Yo sé que eso de ver piedras es muy cursi, pero usted póngame frente a una pirámide y yo la escalo sin alegar. Digamos que más que cursilería es cardio.

Ahora estoy de vuelta en la normalidad. Después de andar por la selva lacandona, San Cristóbal se siente como una ciudad demasiado civilizada, casi ordinaria.

Tengo moretes y raspones, huesos lastimados, muevo el hombro izquierdo con dificultad, pero ha valido la pena. Con caídas y resbalones, con las quejas de los travel buddies, con los pleitos de los niños y las camas duras. Ya verá usted todas las fotos que le presumiré el fin de semana, cuando ya esté de vuelta en la frontera que siempre ha sido mía.

domingo, 4 de julio de 2010

Extraño los temblores de la Colonia Roma.

Después del neozapatismo, San Cristóbal se convirtió en un pueblo demasiado hippie y un poco trendy. Como si los restauranteros a quienes no les alcanzó para las rentas de la Colonia Condesa, se les hubiera ocurrido venir aquí.

Ayer vi a Charlynne en un mercadito orgánico. Ninis y yo la acompañamos a hacer sus compras de la semana, luego nos invitó a comer pasta con su novio Carlo. Su casa está en un cerrito, lejos del centro de la ciudad, es de piedra, madera y ladrillo, Carlo la diseñó. Tienen dos perros pastores holandeses; Malbeca y Nebbiolo. Mientras comíamos empezó a llover. Ninis estaba encantada con los arroyitos y las pequeñas cascadas que bajaban de la montaña tras la lluvia.

Para la cena me reuní con Cynthia, su hermana y los niños que armaron una chilladera cuando dije que nos iríamos a caminar hasta encontrar una señora mágica que nos preparara algo delicioso de cenar. Me fui caminando por el andador Guadalupe (o sepa como se llama la calle que da a la iglesia del cerrito), nos alejamos de la parte turística y encontramos un zaguán donde una señora preparaba quesadillas con tortillas hechas a mano en el comal con quesillo, chicharrón, rajas, flor de calabaza, epazote, champiñones, carne al pastor, pollo, nopales. Tenía todas las mesas ocupadas, así que subimos la escalinata de la iglesia para hacer tiempo, al volver, ya teníamos lugar para sentarnos. Crucé la calle y compré algunas cervezas aunque fuera Ley Seca. Fue una cena increible. Al salir le dije a la doña que nos habíamos acabado su comida y se rió, me enseñó la bandeja de masa vacía y me dijo:

--Mañana compro más, no se apure.

sábado, 3 de julio de 2010


Fuimos a San Juan Chamula a caballo, es un paseo de cuatro horas, al salir nos sorprendió una tormenta con rayos, truenos, lluvia helada. Mis tenis eran albercas, Ninis me pedía permiso para llorar a cada ratito (no sé porqué siempre que quiere llorar me pregunta si lo puede hacer), el arroyo creció, los caballos se resbalaban en las piedras o se detenían asustados y ya no querían andar. Pinche pesadilla, había ramas con espinas por todos lados, fue peor que el paseo ese de blancanieves por el bosque, porque íbamos a caballo y encima nadie sabía montar. Al regreso preferimos volver en combi.





De regreso en San Cristóbal con ropa nueva, porque al llegar a San Juan Chamula tuvimos que quitarnos la ropa mojada, comprar suéteres y rebozos, meternos a la iglesia para recibir el calorcito de las velas.














Teotihuacán, hacia la Pirámide de la Luna.
















Coleman y Valerie tomando un descanso al pie de la Pirámide del Sol.


















Unas pequeñas lagartijas en Xochimilco.










(Fotos de amigos, bares,  Ninis surfeando en el metro, lágrimas a caballo, etc. serán posteadas en otro momento.  Éstas salieron del blog de Cynthia)

viernes, 2 de julio de 2010

Es un hotelito con piso de madera que rechina, techos altos, muebles antiguos y balcón. No hay teléfono ni control remoto para la tele. Las colchas de la cama tienen sábanas suaves y cobijas de lana, colchas de pedacitos de rebozo. Ninis me dijo: este hotel es muy indígena, mamá.

jueves, 1 de julio de 2010

San Cristóbal ya no es el de hace quince años, pero lo mío con esta ciudad nunca fue algo pasajero.

En la mesa Ninis tocó mi mano y me dijo:

--Tus manos son como una tortillita; bien suaves y calientitas.

Nomás por eso la llevé al cine a ver esa película de vampiros lipstick que hoy se estrenó. En el cine me dormí en sus piernas.

Estoy muy cansada. Duermo poco, pienso mucho, camino más. Y cuando creo que ya me quedé bien dormida, la tierra tiembla, entonces grito cosas como: "temblor, earthquake" y todos me dicen: "deja dormir, mujer, es sólo un temblor, no pasa nada".

Pero no puedo. Hay un complot universal en contra de mi sueño, lo sé.

He subido pirámides, y mire usted que a mí nunca me había dado por hacer esas cosas. He visto a mis amigos, he tomado un par de cervezas diarias. No he tenido nunca, ni por un momento un cachito de homesickness.

(diría cosas muy cursis de las nubes y los cerros llenos de pinos, pero hay niñas en esta habitación que quieren usar la computadora también)