martes, 25 de junio de 2013

Esto ocupa el lugar de lo que acabo de borrar.

Lo que acabo de borrar es el recuento de lo que pasaba anoche.

Anoche recibí una llamada.

También fui al hospital.

Seguí con la mirada a la morgue.

No se habló de los cuerpos, sino de Ángeles y de Vicente y de que estaban juntos. Eso, de alguna manera fue consuelo.

También se dijo: "Todos los lunes ellos iban a La Gloria, y los gemelos siempre andaban con ellos, pero esta vez los dejaron encargados. La niña no quiso quedarse, se aferró a irse. Está muy grave. Ahora, quién sabe qué va a pasar. Ellos ya se fueron y talvez también se la van querer llevar".

¿Y qué pasó? No sé. Carretera. Destino. Azar.

El domingo en el Aeropuerto de Oaxaca me pasó algo raro: ocupé el asiento que alguien acababa de dejar. En cuanto me senté, una mujer a mi lado empezó a hablar conmigo, se quejaba del cansancio, de la mañana. Yo no estaba de humor para hablar con nadie, pero entablé conversación con la cortesía que se debe tener con los desconocidos en los aeropuertos. En algún momento le pregunté de donde era y me respondió que de La Gloria. Le dije que gran parte de mi familia vive ahí,  eso detonó que empezaramos a trazar líneas. Después de un breve mapeo,  descubrimos que yo era la prima de Ángeles y ella la prima de Vicente, casados hace ya mucho tiempo. La mujer del aeropuerto y yo nos reímos ante la coincidencia, cuando me despedí le dije: "Yo soy Lorena. Cuando veas a Vicente, le dices que me encontraste en Oaxaca, yo le voy a decir lo mismo de ti a mi prima".

Y pues, no. El lunes murieron los dos.








jueves, 13 de junio de 2013

Ahora Ninis tiene el pelo rosa y trata de ser invisible.

martes, 4 de junio de 2013

domingo, 2 de junio de 2013

Un hombre montado a caballo, vestido en sudadera y gorra cholita acaba de pasar por aquí, lleva dos pizzas medianas en el brazo derecho. Cabalga lento, como si las pizzas no se le fueran a enfriar nunca.
No hay nada más que remiendos. Cada que paso por esta calle me hipnotiza una traila que dice Commander al costado. También me llama la casa-pared-puerta-garage-ventana que un día fue la puerta de un garage azul de una casa californiana con pinos de limón en el frontyard y ahora es pintura serpentinada quebrándose desde donde a veces se asoma el brazo moreno de un mecánico. Frente a mí las ruinas palmeras donde vivía y murió un hombre que se quedó solo en esa que un día fue la casa más blanca de la Colonia, aún recuerdo sus arcos de ladrillo pintados de guinda. Eso pasa con las casas cuando mueren las mujeres antes que los hombres, se derrumban de a poquito hasta que se caen por completo si no llega otra mujer a levantarlas. Ahora en esas paredes derrumbadas a veces veo escalar un perro. Tras la cochera (a cualquier portón de triplay despegado se le llama cochera) a veces escucho el karaoke. No sé quién vive ahí. Al lado hay un cuarto con ventana a la calle y de eso es mejor no hablar porque bien sabe usted que un cuarto con ventana a la calle sólo puede significar una sola cosa.