viernes, 23 de agosto de 2013

la vida real apesta.
Amo la sal helada en el aire de este pueblo pinche.
Me dan ternura los artistas jóvenes que todavía no tienen hijos.

Pienso en la subvaloración de las cámaras de gas cuando leo a los escritores que brillan en las fiestas y que saben cómo bailar frente a un editor.

Me asquean los ensayistas (todos).

Los poetas me vuelven compasiva y me hacen perder el miedo al ridículo.


Estos días prefiero a los farmacistas, a los que venden fruta, a los cajeros de las carnicerías que ofrecen azafrán y bombillas de mate, a los que usan camisas azules sin planchar y que no tienen tatuajes ni piercings, a los que no tienen perro, a los que olvidan llevar el celular, a los que no ven sin lentes, a las que se casan con vestido de encaje blanco a la rodilla y que llevan un ramo del mismo color de sus tenis, a los que tienen novio y que tienen hijos con sus amigas cuarentonas, a los niños que quieren ser astronauta y no video game tester, a los surfos con quienes no hablo, a los empleados que no se saben peinar, a los que escriben notas periodísticas anónimas sobre violadores espurios en las que dicen frases como:

"El Gordo, quien a todas sus víctimas llamaba Margarita, que es el nombre de su madre, está prófugo."







martes, 13 de agosto de 2013

Todo lo olvido. No sé si es culpa de la mantequilla o de la computadora, no sé si son los genes de mi abuela, pero todo se me va.

D llama.

(¿Te desperté? Ay, no entiendo nada pero hace rato me avisaron que balacearon al esposo de mi sobrina y está en el hospital general de Rosarito)

D intenta decirme que no me está metiendo en un problema diciendo el mismo discurso que decimos los que tenemos familiares a quienes ha tocado bala.

 (Él es una persona de trabajo, no es malandro, no anda en broncas, no entiendo todavía qué pasó, pero vive en Ensenada y ayer fue con mi sobrina a los Estudios Universales y anoche se regresaron, pero ahora está en el Hospital de Rosarito y no sé qué pasó, a lo mejor iba pasando por el lugar equivocado o lo asaltaron. Es la última persona que te puedes imaginar que va a estar en una balacera, es como si alguién te llamara y te dijera "D está en el hospital por balazos", no checa, pues. Y no sé, pero me acordé que en Rosarito conoces a todo mundo... ¿No tienes algún conocido en el Hospital General? Es que ahí está mi sobrina pero no le dan información, no sabemos cómo está el muchacho y ya pasó mucho tiempo... )

Respondo a D que sí, que conozco a alguien, A. Pero A trabaja en un área distinta a emergencias. Llamo a A. A dice que quizá pueda ayudar. Le pregunto si puedo dar su número a D, para que la comunicación sea directa. A duda, con toda razón; no conoce a D, está a punto de ayudar a la familia de un herido de bala desconocido. Pero soy yo y A me conoce bien, así que me dice que sí, que dé su contacto a D,  que hará lo posible por ayudar.

Llamo a M,  pregunto si ha escuchado algo sobre una balacera y me responde que nada. Voy a los periódicos en línea: nada. Unas horas después llamo a D. D agradece el contacto con A, fue de gran ayuda, el muchacho está sedado y grave pero estable. Tiene la barriga llena de agujeros. D todavía no sabe qué fue lo que pasó.

Voy a casa de M, le cuento la historia, le explico que el muchacho era de fuera y me dice algo que me deja estremecida:

––Últimamente han estado haciendo eso: a los de fuera los balacean aquí ¿y te has dado cuenta que no los matan?

Menciona algunos casos y concluye con su frase de siempre:

––Quién sabe qué estará pasando.




sábado, 10 de agosto de 2013

La pulgarización de la sexta.

(llegaron tarde a la fiesta, señores, una calle no basta para contener mi bostezo)

jueves, 8 de agosto de 2013

Me llega un correo de la universidad. Es una invitación a diversos "Mixers" (Mixer para mí es lo que se le pone al tequila para que sepa a margarita, lo que se le pone al vodka para que sepa a martini, lo que se le pone al ron para que sepa a mojito).

Hay mixers para latinos, chicanos, musulmanes, judíos, para los isleños del pacífico, filipinos, afroamericanos, indígenas norteamericanos y para mujeres.

No me puedo imaginar lo que hace la gente en un mixer.

Hace unos días caminaba por la universidad y me encontré a una ex-alumna frente a un grupo de nuevo ingreso: la ex-alumna era la guía y caminaba de espaldas, iba de camiseta roja y altavoz dando un tour, fiel al estilo de los guías de turistas esos que cuentan chistes, guiñan el ojo y repiten hora tras hora  en el mismo discurso desteñido que es de buena suerte sobar el zapato a una estatua.

Como puede usted imaginarse, para mí todo eso es tan raro.

lunes, 5 de agosto de 2013

En Rosarito cualquier tortilla quemada con aguacate sabe a gloria. En E.U. no importa cuanto tiempo me esmere en preparar algo, todo sabe a cartón remojado en caldo de hueso desabrido con zanahorias viejas.

jueves, 1 de agosto de 2013

Esta canción siempre me hace sonreir.

Yo también; siempre he surfeado sobre tabla rota, sin quillas, en el mar helado (iba a agregar "furioso", pero ¿hay cosa más lugarcomunera que un mar helado y furioso?), lleno de piedras y sin saber nadar.
Extraño las cartas, los mensajes bobos, las fotos pixeleadas con tonos magenta.

Ahora la información en flujo (donde todos son hermosos y felices y muestran su plato de comida) me aturde y me hace querer volver a este silencio concentradamente solo.