jueves, 28 de marzo de 2013

Me fui de ahí porque ese lugar era la pura tristeza y yo ya no quería estar triste. No sé qué fue pero podría decir que me corrieron a golpe de bala. Ya no había en qué trabajar en ningún lado, los vecinos revisaban entre sus cosas y sacaban lo más inútil para ponerlo a la venta frente al patio. Nadie compraba nada; la sillita del bebé, la bolsa de dormir agujerada, la mesita de la sala, la tele vieja, la ropa con olor a humedad no hacían más que recoger el polvo de la calle. 

La luz no cambiaba, había una nube perpetua sobre el pueblo que siempre quiso ser ciudad. 

Empecé a ver a mis vecinos chuparse, encogerse, el cuero se les puso cuarteado, perdieron los dientes, les cambió el tono al hablar. Cada palabra era amargura y desgano, decepción, ganas de morirse.

Yo no sé si exageré pero me encerré en el trabajo: la vida era mi casa, mi carro, mi oficina, el encierro. No sé qué pasó con mi hija ese tiempo. No sé si la vi crecer, estaba con ella pero no la veía. Hablábamos pero no sé de qué. La enseñé a tirarse al piso, a esconderse en el carro, a no abrir la puerta, a nunca decir cuando estaba sola. Yo estaba en el proceso de conservarme cuerda, funcional, de sobrevivir. En eso mi padre empezó a morirse. A caerse. Así empieza a morirse la gente: pierde la verticalidad, es como si la tierra les reclamara el cuerpo. Y de ahí fue el hospital, el trabajo, el carro, la casa, el encierro, hasta que todo se acabó. Yo no sé cómo lo hice, no lo entiendo todavía. Pero a pasitos empecé a agarrar camino.



viernes, 22 de marzo de 2013

Camiseta con montañas. Botella de vino vacía. Pastel. Un campo de futbol nevado.

(acabo de aprender la diferencia entre lo vivíparo y lo ovíparo, descubrí que soy ambos)

No sé cómo hacer una metáfora que pueda expresar el chingaputamadral de trabajo que ha que parir mi cabeza a través de mis dedos hoy.

(en momentos así quisera refugiarme en lo doméstico, en la cocina, en los roles de género tradicionales para que el aroma del horno en uso, un clavo sobre la pared detrás de una foto familiar y una bolsa colgando de mi antebrazo me hagan decir que soy la mujer mas bendecida del universo)
Haz un cuadro.

martes, 5 de marzo de 2013

Un montón de papelitos sobre mi plato, una taza vacía.

Yo no añoro la calle ni los espacios públicos; me aburren y me ponen triste.

A veces disfruto los semáforos en rojo. También me agito cuando camino sobre los puentes.

Los pasillos no me gustan porque me hacen sentir rata.

(almohadas de terciopelo verde)

Un montón de limones dentro de una red sobre la mesa, el café reposa en la cafetera, una manzana que no es roja.

El mar es lo único que hace falta.