viernes, 31 de octubre de 2014

Es la primera vez en tres meses que escucho una sirena y acabo de darme cuenta que he perdido la capacidad de distinguir entre ambulancia y patrulla.


jueves, 30 de octubre de 2014

¿Y si leemos el libro VIII de La República de Platón?

Es evidente que en México alguien lo usa de credo.

lunes, 20 de octubre de 2014


La paradoja histórica es que, en cierto sentido, estamos más próximos a problemas examinados en la primera mitad del siglo XIX que a los que heredamos del siglo XX. Como en las cercanías de 1840, nos enfrentamos a un capitalismo cínico, seguro de ser la única vía posible de organización razonable de las sociedades. Por todas partes se insinúa que los pobres tienen la culpa de ser pobres, que los africanos están atrasados y que el porvenir pertenece o bien a los burgueses “civilizados” del mundo occidental, o bien a aquellos que, a semejanza de los japoneses, seguirán el mismo camino. Como en esa época, hoy, nos encontramos con zonas muy extensas de miseria extrema en el interior mismo de los países ricos. Nos encontramos, tanto entre países como entre clases sociales, desigualdades monstruosas y crecientes. El corte subjetivo y político entre los campesinos del tercer mundo, los parados y asalariados pobres de nuestras sociedades “desarrolladas” por un lado y las clases medias “occidentales” por otro es absoluto, y está marcado por una especie de odiosa indiferencia. Más que nunca el poder político, como lo demuestra la crisis actual con su única consigna de “salvar los bancos”, no es más que un apoderado del poder del capitalismo. Los revolucionarios están desunidos y débilmente organizados, amplios sectores de la juventud popular han sido ganados por una desesperación nihilista, la gran mayoría de los intelectuales son serviles.  

(Badiou en "La idea del comunismo")

lunes, 6 de octubre de 2014

 esta vida significante, esta cierta significación de la naturaleza y de la historia que yo soy, no limita mi acceso al mundo, es, por el contrario, mi medio para comunicar con él. Es a base de ser sin restricciones ni reservas lo que actualmente soy que tengo la posibilidad de progresar; es viviendo mi tiempo que puedo comprender los demás tiempos, es ahincándome en el presente y en el mundo, asumiendo resueltamente lo que por azar soy, queriendo lo que quiero, haciendo lo que hago que puedo ir más allá.     

(Merleau-Ponty en Fenomenología de la percepción)
Parece que cuando un escritor publica algo en un periódico se dice a sí mismo: aquí voy a escribir aburrido y voy decir cosas que a nadie le importan, me la voy a pasar jugando a tirarle a la meta del metadiscurso y del metalenguaje. Hablaré de cosas estáticas. Voy a escribir como si estuviera haciendo un informe de contabilidad, como si fuera un abogado escribiendo un contrato de renta, como un ghost writer que vive de hacer discursos políticos.  Voy a poner todo mi empeño en el decir sin ganas ni creatividad, con toda la intención de repeler a mi lector porque lo odio, lo odio más que a nada y mi odio viene de que no es sino gracias a ese lector que persigue mi nombre que a mí me pagan y el pago me limita, me esclaviza.

Parece que cuando un periódico o un suplemento cultural descubre a un escritor, el tipo ya está medio muerto, sus ideas se leen secas, tiesas. Su escritura es ya solo el acto mecánico de cambiar uno o dos pesos por palabra. Los peores son los ensayistas y los poetas; los narradores medio se salvan porque para ser narrador hay que saber mentir y para la mentira es absolutamente necesaria la creatividad (yo por eso, como narradora estoy jodida).

Me acuerdo que Pedro Juan me decía que los escritores tienen tan solo fuerza para unos cuantos libros, luego se secan, se les acaba la vitalidad y se quedan en silencio o escribiendo mal. Yo creo que es justo en este momento de su carrera cuando los descubre el periódico y les ofrece una columna semanal. Es una cosa triste.

En el único escritor del periódico en quien confío es en el periodista, ese no se puede secar porque no se nutre de sí mismo. Es un vampiro.

También confío en el cronista, de hecho es mi favorito. El cronista es filtro, es proyector, ayuda a ver a la distancia y deja pasar pedacitos de sí. Los mejores, los que hacen de la crónica un arte son los que se saben esconder dentro de ella y logran crear la ilusión de la realidad toda.

Respeto profundamente a los periodistas y a los cronistas que se cruzan a la frontera literaria, pero a los 'creadores' (y a los políticos) que se cruzan a la frontera periodística, no los soporto.

Ha sido un día horrible.

Recién empiezo a entender que no es hambre lo que tiene la bestia, ni siquiera son ganas de matar. No se puede hablar de salvajismo, ni de poder, ni siquiera de odio. No hay condición animal o monstruosa a qué echarle la culpa.

Es algo mucho más grave, más parecido a la indiferencia, la indolencia, la insensibilidad absoluta. El hombre automático en modalidad doberman.